lunes, 27 de septiembre de 2010

De empresa familiar a familia empresaria

“Antes éramos una orquesta sinfónica, donde el director exigía el ritmo. Hoy somos un conjunto de jazz, donde existe un director, pero todos tocan de acuerdo a un ritmo propio, lo importante es que el resultado sea excelente”. Esta metáfora de Jorge González, gerente general de Linsa, refleja el cambio que vivió esta empresa de transporte y logística. De ser una compañía familiar con 60 trabajadores y 16 camiones, hoy se han convertido en una familia empresaria, con más de 600 colaboradores profesionales y más de 300 maquinarias.

Linsa nace en septiembre del año 2000, como consecuencia del término de actividades del holding Tramaca, propiedad de la familia González. Luego de ello, la familia obtuvo una licitación de trabajo con Minera Escondida por seis meses. Así nace Linsa, cuya actividad principal son los servicios de transporte de carga, de pasajeros y logística para las empresas mineras y de servicios del Norte del país.

Sin embargo, las condiciones en que se encontraban no eran las óptimas, pero gracias a la experiencia previa que tenían con la actividad minera, logran cumplir con los requerimientos. “Los tres primeros años fueron de mucho empuje, corazón y pasión”, relata el gerente general.

Junto con las operaciones de Linsa, comienza la alta demanda mundial por el cobre. Ante esto, el tamaño de la compañía no daba abasto para todos los requerimientos. Ya no era suficiente el corazón y la pasión, era necesario crecer y profesionalizar a toda la compañía.

A pesar del 40% de crecimiento en aquellos primeros años, existían serios problemas organizacionales. González explica que en 2005, “el liderazgo de la franja gerencial era fuerte, pero la segunda línea de mando no entendía el modelo de negocios”. Los supervisores solían comentar las urgentes peticiones de sus superiores con un: “Calma jefe, si llevar un pedazo de metal es llevar fierro nomás".

El gerente general, se caracterizaba por ser una persona que hablaba y hablaba, y rara vez se detenía para analizar las sugerencias de sus colaboradores, ya que funcionaba a "mil por hora". Terminaba comentando cada conversación con su típica frase: "nadie funciona a la velocidad que quiero".

Se realizó un diagnóstico a los principales directivos, donde el resultado fue un estilo de liderazgo muy jerárquico, no se armaban equipos de trabajo, ni se privilegiaba la relación interpersonal. Cada vez que había un problema se buscaba el culpable en lugar de la raíz. “Todo terminaba en la fase técnica. Cuando la fase adaptativa era lo importante, es decir, el dominio emocional”. Para alinear a la compañía se hacían reuniones semanales, pero éstas eran largas y desgastadoras. En términos concretos, esto repercutía en un elevado costo personal para los directivos y, a la larga, en la insatisfacción de los clientes.

lunes, 6 de septiembre de 2010

CASO SAM & BERRIES

Siempre la compañía de helados artesanales Sam & Berries (S&B) ha tenido como prioridad ser un agente de cambio social. Esto se manifiesta con una política clave donde los sueldos más altos no pueden ser más de 5 veces los salarios menores (5 a 1). En cambio, para EE.UU. el estándar es de 90 a 1.

Con el paso del tiempo, varios miembros de la empresa han comenzado a cuestionar la justicia y equidad de tal regla, porque impide pagar sueldos competitivos para candidatos a nuevos cargos que requieren de un alto nivel de habilidades en dirección de empresas. Además, limita los incentivos de ascenso en la empresa, pues la remuneración de los cargos ejecutivos es mucho menor a la del mercado. Sam Kelly, uno de los fundadores de la compañía defiende la regla del 5 a 1, y cuenta con el apoyo del directorio en este sentido. Kelly, cree que la regla simboliza valores centrales en la identidad y éxito de la compañía. De acuerdo a él, la búsqueda de nuevos ejecutivos para S&B se debe restringir a aquéllos que apoyen la misión social y estén dispuestos a hacer sacrificios financieros por esta causa.

S&B presenta un fuerte crecimiento y éxito actualmente, aunque siempre la filosofía de los fundadores y en particular de Sam, fue el desarrollo de un “capitalismo social”. Así por ejemplo en marketing, no realizan investigaciones de mercado ni gastos en medios, sino que organizan eventos educacionales enfocados a temas sociales caracterizados por una gran cuota de creatividad y efectividad. Además, los envases de los helados se promueven campañas relacionadas con la prohibición de usar hormonas de crecimiento en el ganado bovino. Con esto la firma ha ganado una sólida imagen, consolidada con la creación de la Fundación Sam & Berries, para el desarrollo de proyectos comunitarios en beneficio de la sociedad.

De igual forma, S&B invierte en tecnologías verdes que preservan el medio ambiente: se abastecen de leche de vacas alimentadas sanamente provenientes de Vermont (a pesar del mayor costo de transporte que eso significa) y los brownies que agrega a sus helados son fabricados en hogares de desposeídos en Nueva York. Internamente, desarrolla numerosos programas que entregan amplios beneficios a los empleados. La forma de vestir en la empresa es casual y las reuniones suelen ser muy efusivas. El tono y estilo de la organización es amistoso, informal y directo. El concepto de jerarquía es visto con suspicacia y distancia.

El crecimiento, éxito financiero y gran reconocimiento de la empresa en la comunidad, presiona acerca de la importancia de dar al ámbito social un rol más explícito. Esto lleva a que en su declaración de misión se otorgue igual énfasis al aspecto financiero que al social. Esta novedosa modalidad le ha dado a la compañía amplia difusión en prensa y un alto índice de preferencia en la población, que está dispuesta a pagar hasta un 10% más por una marca proveniente de una empresa socialmente responsable.

Sin embargo, la orientación social tiene un impacto directo sobre los costos de la firma y el inconsciente rechazo de la compañía a las jerarquías hace que la toma de decisiones y las comunicaciones sean muy complicadas. A medida que el riesgo de caos se incrementa con el tamaño y complejidad, la necesidad de un sistema bien organizado y funcional se hace mayor. Las características actuales de S&B la asemejan a una empresa tradicional, alejándose cada vez más de su espíritu familiar.

Las discusiones sobre la regla 5 a 1 se han convertido en un símbolo de tensión filosófica entre el grupo más orientado a los negocios, encabezado por el gerente general de la firma y aquellos defensores de lo social, liderados por Sam. No cabe duda: ha llegado el momento de buscar una fórmula que permita compatibilizar ambas posturas.

viernes, 30 de julio de 2010

RR.HH Corporativos y su gestión de las Divisiones

Caso Pequera Coor

La pesquera Coor sólo tenía una instalación en el puerto de Iquique, hasta hace 5 años, actualmente presenta filiales en distintas ciudades portuarias del país, consolidando una excelente estrategia de crecimiento y de negocios en el sector.


En Coor se dedican fundamentalmente a la pesca, procesamiento y producción de harina de pescado. Funcionan con un porcentaje amplio de personal operativo de baja calificación y alta rotación, donde los ejecutivos y supervisores de cada división son el corazón del negocio, pues lo conocen a fondo.


Debido al explosivo crecimiento, acontece la necesidad de un gobierno corporativo, el cual se instala hace un año, unificando y centralizando la gestión financiera, comercial, contable y del marketing de la firma.

Al recientemente nombrado Subgerente de RR. HH, del nivel corporativo, Roberto Hernández, se le pide que estructure el área y unifique el control de la gestión en RR. HH, en temas de remuneraciones y desarrollo profesional especialmente, al ser temas muy sensibles para el personal.

Las preguntas asedian a Roberto, un joven psicólogo organizacional sin mucha experiencia en cargos gerenciales y grandes empresas: ¿Por dónde debe comenzar? ¿Cómo lograr lo que le piden?

Recuerden el esquema de respuesta sugerida:

1) Diagnóstico(s) del problema e
2) Implementación de la(s) Intervención(
es) adecuadas.